29 de marzo de 2010

La espera

Existen muchas diferencias entre el software libre y el propietario, entre Windows y Ubuntu. Tantas como de la noche al día. Hoy se me ha ocurrido una más: la espera, ese tiempo que transcurre entre una versión y la siguiente.

También aquí también encontramos diferencias. Para empezar, los términos de liberación de versiones en Ubuntu son de seis meses frente a los varios años de Windows.

Pero, ¿cómo vivimos los usuarios esa espera?

La biodegradabilidad inherente a Windows que lo vuelve cada día más inoperante hace que sus usuarios esperen la nueva versión como agua de mayo. Ilusión temporal, puesto que el nuevo sistema no tardará en mostrarse como una nueva decepción. El modelo de softare privativo se basa en una obsolescencia programada con el objeto de forzar a sus usuarios a adquirir nuevas versiones. Podrían mejorar eso, pero no habría negocio. De modo que el usuario típico Windows llega a la nueva versión ilusionado pero quejoso, renqueante y hasta resentido.

Los usuarios de Ubuntu, en cambio, nos encontramos con una nueva versión cada 6 meses. Posiblemente aún no hayamos tenido tiempo de exprimir a fondo nuestro sistema y ya tenemos la posibilidad de acceder a una nueva y mejorada versión. Si además nos hemos involucrado en el desarrollo del sistema de alguna de las formas que tenemos a nuestra disposición, llegamos a la nueva versión con igual o mayor ilusión, información y satisfacción.

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